El Refugio Antiaéreo, que consistía en unos pocos túneles en una disposición de pequeña red con muchas bifurcaciones, situados justo debajo de la Plaza del Príncipe, nos lo iba enseñando una guía con explicaciones muy claras de cómo y cuándo se construyó y utilizó. Dentro del Refugio había unos grandes monitores que nos mostraron un pequeño documental sobre cómo fue bombardeada Santander por aviones decenas de veces entre julio de 1936 y agosto de 1937, durante la Guerra Civil Española. También este lugar contenía testimonios actuales de ciudadanos que rememoraban aquellos ataques cuando ellos eran aún niños. Los túneles tenían cerca de su entrada las ordenanzas o escritos del ayuntamiento donde se explicaba cómo usarlos correctamente. También expuestos en vitrinas había un traje de un piloto de la Legión Cóndor, que fue una de las que bombardeó la capital cántabra, y una bomba como las que cayeron entonces.
La visita a estos dos centros, muy cercanos uno del otro, me pareció muy estimulante porque nos acercan el pasado de Santander y, con ello, conocemos no sólo la historia de la ciudad y sus habitantes sino también otros mundos muy diferentes del actual.
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